Los derechos de las mujeres palestinas, daño colateral del conflicto con Israel

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Al norte de los territorios palestinos, en Cisjordania, se encuentra Nazlet Issa, un pueblo donde viven casi 3.000 personas. La tierra allí es fértil y sus habitantes enviaban a los mercados lo que cultivaban. Esta realidad cambió en 2002 con la ocupación militar israelí. La población perdió la mayor parte de sus tierras y ya no hay libertad de movimiento porque un muro separa la localidad del centro económico y social del área. La situación de este pueblo se repite a lo largo de la zona, donde el aislamiento genera un contexto de pobreza y desempleo que, a su vez, agrava viejos problemas latentes en la sociedad palestina, de tradición conservadora y con un patriarcado fuerte. Uno de ellos es la violencia de género.

Alianza por la Solidaridad trabaja desde hace 20 años en los territorios palestinos ocupados y, desde hace 10, está focalizada en combatir la violencia de género en la zona y en “contribuir al ejercicio pleno del derecho de una vida libre de violencia para todas las mujeres”, según indica la Coordinadora de Proyectos de la entidad en Palestina, Paula Herranz.

En 2017, la organización a la que pertenece canalizó 40.000 euros desembolsados por la Junta de Extremadura para fortalecer la prevención y protección a las mujeres y niñas más vulnerables en el norte de Cisjordania y mejorar su empoderamiento. El proyecto de Alianza por la Solidaridad se dirigió, de forma principal, a supervivientes de violencia de género y/o en riesgo, sus familias y también líderes comunitarios y religiosos, así como entidades educativas, consejos locales y organizaciones de base.

Cambio de roles

La denominada área C de Cisjordania, la zona de Palestina donde actúa Alianza por la Solidaridad, se encuentra bajo control militar de Israel. El aislamiento ha acentuado la precariedad allí, lo que ha incidido en que se produjera un cambio de roles de género en la sociedad: las mujeres, que no acostumbraban a trabajar en una sociedad patriarcal, empezaron a hacerlo para llevar ingresos a sus hogares. Esto ha provocado una crisis de masculinidad en Palestina, como indica Soraida A. Hussein, directora general de Women’s Affairs Technical Committe, entidad que colabora en terreno con Alianza por la Solidaridad.

Para cambiar esta situación, a través del proyecto se iniciaron una serie de actividades de sensibilización centradas en superar los prejuicios y estereotipos hacia las mujeres y niñas, además de generar conciencia entre la población sobre la violencia de género.

Una de estas actividades permitió a las niñas que participaron manifestarse con libertad cuando pudieron correr por las calles en las maratones que el proyecto realizó, algo muy poco habitual en la zona. También se fomentó que se realizaran actividades artísticas como parte del activismo y el cambio, a través de pinturas en las murallas que las jóvenes plasmaron en las paredes de los pueblos con imágenes de mujeres fuertes y de comunidades solidarias.

Sin embargo, una de las partes más importantes del proyecto se centró en organizar espacios en los que las mujeres que han sufrido violencia pudieran compartir experiencias y recibir asesoramiento. Hussein explica que, a través de ellos, estas mujeres tuvieron la oportunidad “de hablar, de decir qué sienten, qué necesitan; de expresarse si hay violencia y de entender la violencia que están pasando”. Estas mujeres “necesitan un grupo para descifrar, hablar y entender lo que les está pasando. El proyecto les ha dado esta oportunidad”, añade.

Hay un paso adicional: también se ofreció asesoramiento a las mujeres que pidieron disponer de ayuda más en detalle. “La psicóloga y la abogada en terreno hablaron con ellas. Hubo casos en los que tuvieron que tener hasta cuatro o cinco sesiones”, apunta Hussein.

Más de 4.000 personas en 10 localidades diferentes

Un total de 4.191 personas se beneficiaron de forma directa del proyecto: 3969 mujeres entre 18 y 65 años y 222 hombres entre 18 y 65 años. En total, se realizó en 10 localidades cercanas a las ciudades de Tulkarem y Yenín. Sin embargo, Alianza por la Solidaridad estima que, de forma indirecta, el proyecto ha tenido 12.573 personas destinatarias: 11.907 mujeres y 666 hombres.

La entidad considera que la inclusión de los hombres en las actividades de sensibilización fue un reto: aunque se llevaron a cabo reuniones con los miembros de los consejos locales, y expresaron su interés y ofrecieron su apoyo, cuando el proyecto empezó, “los hombres consideraron que sólo las mujeres iban a participar y, por ello, su implicación tomó más tiempo de lo planeado”.

La organización señala que todavía queda trabajo que hacer en Palestina: “La acumulación de conocimientos e información no se obtiene de un solo proyecto. Para poder acopiar los resultados y que se conviertan en duraderos, es necesario que se realicen más proyectos relacionados con el mismo tema y la misma población. Así se aseguran cambios sostenibles”.

Palestina, un país prioritario

La oficina de Alianza por la Solidaridad en Extremadura lleva en funcionamiento desde hace poco más de un año. Su responsable, Marta Sánchez, destaca que, durante los últimos cuatro, Palestina ha sido un país prioritario de intervención para la Agencia Extremeña de Cooperación (AEXCID), en especial en “todo lo relacionado con el trabajo con mujeres víctimas de distintas violencias, sobretodo de género”.

Sánchez considera muy importante la apuesta que hace la AEXCID por el trabajo con mujeres palestinas, y la relaciona de forma directa con la labor que se ha hecho desde la cooperación extremeña por “potenciar el feminismo como algo transversal dentro de las políticas de cooperación, sobretodo dentro del área de feminismos y desigualdades”.

Para explicar a los extremeños el trabajo que hace Alianza por la Solidaridad en Palestina, Sánchez indica que se han organizado talleres de sensibilización con otras entidades que también trabajan en el terreno y que también reciben subvenciones de la AEXCID, de la que espera que “siga apostando por el trabajo en Palestina, que siga teniéndola como una prioridad, sobretodo con la finalidad de seguir mejorando la calidad de vida de las mujeres y poder ayudar a conseguir una igualdad real y una ciudadanía libre de violencias”.

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