El mar Mediterráneo se ha convertido en la ruta migratoria más letal del planeta en este siglo XXI. Miles de migrantes y de solicitantes de asilo se lanzan, cada año, al mar desde África para poder llegar a Europa. Huyen de los conflictos, las amenazas o la pobreza que asolan sus países. O, simplemente, en busca de un futuro mejor. Y muchos de ellos de ellos no lo consiguen: entre 2014 y 2021, más de 20.000 personas han perdido la vida en esta travesía, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por sus siglas en inglés).
Pero en la frontera más desigual del mundo hay hueco para la esperanza, aunque cueste creerlo. Desde 2011, la fundación Entreculturas, junto a la Delegación Diocesana de Migraciones (DDM), está presente en dos enclaves fundamentales de procesos migratorios como son Tánger y Nador, situados en la costa norte de Marruecos. ¿Su objetivo? Garantizar que todas las personas migrantes subsaharianas en situación de vulnerabilidad puedan ejercer sus derechos más básicos de acuerdo a la Declaración Universal de Derechos Humanos.
La tarea no es sencilla. Se calcula que entre 40.000 y 70.000 personas migrantes transitan por Marruecos cada año, un amplio colectivo que “sufre marginación y exclusión”, afirman desde Entreculturas, y que se ve expuesto al riesgo de sufrir violencia y abusos de todo género.
“Su vulnerabilidad se agrava si se encuentran en situación irregular, o si son refugiados, mujeres, menores, personas enfermas o con alguna discapacidad o si han sufrido violencia. También, si son víctimas de trata o explotación de seres humanos. La atención a migrantes en tránsito presenta, además, dificultades añadidas, por tratarse de una población en movilidad y por la volatilidad de las rutas y los flujos”, afirman desde la organización.
Con el apoyo de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID), que financió el proyecto con 180.000€ en 2021, Entreculturas trabaja sobre el terreno en Tánger y Nador atendiendo y acompañando de forma sanitaria -curativa y preventiva- y psicosocial a las personas migrantes que lo necesiten, con especial atención a las mujeres y la infancia.
La población beneficiaria
Hasta 1.800 personas vieron garantizado su derecho a la salud integral (física, mental y social) a lo largo del periodo de trabajo, entre el 1 de octubre de 2021 y el 31 de diciembre de 2022. Gran parte de los migrantes proceden de países del oeste de África, como Guinea, Costa de Marfil, Camerún o Malí. Aun así, como explican desde Entreculturas, la situación en Libia provocó, en 2021, un aumento exponencial de personas que procedían de países del este africano como Sudán, Etiopía o Eritrea.
Entre las cifras más relevantes de la actuación de Entreculturas y DDM destacan las 121 mujeres que recibieron atención médica preventiva, las 264 personas que tuvieron un espacio residencial seguro, las 600 personas que participaron en talleres para la mejor su bienestar psicosocial o los 240 migrantes que estuvieron acompañados en trámites legales y administrativos con el objetivo de reconocer sus derechos.
Las estrategias sobre el terreno
La actuación de Entreculturas y DDM sobre el terreno en Tánger y Nador se asienta sobre dos ejes fundamentales ya citados: la asistencia médica, con énfasis en el servicio de salud materno-infantil, y la asistencia psicosocial a los migrantes.
El primer apartado se vertebra sobre tres pilares: primero, la identificación, derivación y acompañamiento en los ingresos hospitalarios necesarios, garantizando el derecho a la salud de este colectivo; segundo, el continuo seguimiento de las mujeres embarazadas, con planes de monitoreo del embarazo y distribución de kits de urgencia, y tercero, los espacios residenciales seguros para mujeres migrantes en situación de mayor vulnerabilidad.
En el segundo apartado se trabaja sobre la creación de espacios para la rehabilitación psicosocial de los migrantes -donde hablan de salud sexual, de violencia física y sexual y de empoderamiento, el acompañamiento psicológico -con talleres donde tratan la gestión del estrés, por ejemplo- y el acompañamiento en las siempre complejas gestiones jurídico-administrativas.
Todo ello gracias a un equipo, el formado por Entreculturas y DDM, que cuenta con alrededor de 50 personas de hasta trece nacionalidades distintas que acompañan, asisten y protegen a la población migrante y que “tienen en cuenta las diferentes sensibilidades culturales”, ya que en la toma de decisión de las intervenciones también participan líderes y lideresas de la comunidad local, siempre con la no discriminación como principio rector de las estrategias.